Neveah caminaba por los pasillos del Guardián del Dragón, llevando en sus brazos un montón de ropa cuidadosamente doblada, acababa de regresar de lavar la ropa de Xenon y ahora se dirigía a la costurera.
Todavía era bastante temprano en el día y Neveah sabía que Xenon no la estaría esperando aún, se había quedado hasta tarde en su cueva, mucho más tarde de lo habitual y eso era porque Xenon se había quedado dormido con su cola descansando sobre su regazo.
El peso de su cola era tanto, que Neveah no podía empujarla, ni siquiera se atrevió a intentarlo por miedo a incurrir en la ira de un cierto dragón negro gruñón.
Neveah había intentado todo lo humanamente posible para despertar a Xenon a medida que el sol descendía pero simplemente no lo hacía.
Un dolor sordo se extendió por el regazo de Neveah y ella equilibró el montón de ropa en una mano, inclinándose para frotar el lugar adolorido.