—¿Qué hacen aquí? —gritó enfurecida Su Yu Qing a la pareja que había aparecido de la nada.
—Cuñada, solo queremos visitar a nuestra sobrina —sonrió Mu Li Zin.
—Así es, Hermana Yu Qing. Mira, he traído algunas frutas para Rong Xie —Jiang Na Na levantó la cesta de frutas que tenía en la mano.
—¡Humph! No las necesitamos —Su Yu Qing rodó los ojos.
—Cuñada, solo queremos visitarla, eso es todo —dijo de nuevo Mu Li Zin.
—Váyanse. No dejaré que perturben el descanso de mi hija —Su Yu Qing no permitiría que esas personas vieran a su hija. No en ese estado tan terrible. Se burlarían de ella.
—¿Qué está pasando aquí? —Mu Li Zei se acercó a ellos.
—Hemos oído que Rong Xie está enferma. Por eso queremos visitarla —respondió Jiang Na Na por su marido—. ¿Verdad, Esposo? —Se giró hacia Mu Li Zin. Sin embargo, vio a Mu Li Zin congelado y con los ojos muy abiertos.
—Eres un fantasma —Mu Li Zin señaló a la persona detrás de Mu Li Zei.