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El día finalmente llegó. La Señora Wang estuvo llorando todo el día. Se había endurecido la cara yendo a pedirles dinero prestado a sus vecinos. Ninguno de ellos le prestó dinero.
Sus vecinos no eran malos ya que en el pasado le habían prestado dinero a la Familia Wang, pero hasta ahora, la familia Wang no les había devuelto su dinero. Por eso no querían prestarles más dinero a la Familia Wang.
Entonces, se escuchó un golpe en la puerta. Wang Fu Ya fue y abrió la puerta. Los mismos dos hombres que vinieron dos días atrás estaban parados afuera.
—Mamá —Wang Fu Ya llamó a su madre.
La Señora Wang vino rápidamente. Cuando vio a los hombres, se apresuró y agarró a uno de ellos.
—Señor, por favor perdonen a mi hijo. Todavía es joven —La Señora Wang se arrodilló mientras suplicaba a los hombres.
—Señora, estamos haciendo negocios aquí. Su hijo dañó nuestro negocio. Así que usted o su hijo deben compensarlo —Los hombres no le dieron la cara a la Señora Wang.