—Nada ocurrió en estos dos días —Yu Qi sentía que su vida se había calmado y le gustaba—. Nadie tramaba ni la molestaba. ¿Su compañera de clase? Sí, mantenían distancia. Cuanto más lejos, mejor se sentía.
—Ya tenía un plan con su maestro —Él quería llevarla a ver al corredor de la tierra—. De hecho, ella ya sabía el proceso para comprar tierra. Pero temía que un adulto normal no confiara en ella, y también podría ser engañada. Por eso le pidió al Abuelo Tang que lo hiciera en su nombre.
—Después de la escuela, fue a Hierbas Divinas —No vio al Abuelo Tang por ningún lado—. Solo estaba Song Nan cuidando las hierbas.
—Hmm... Tío Song, ¿dónde está el Abuelo Tang? —preguntó educadamente.
—Solo espera un minuto. Saldrá más tarde —respondió Song Nan, mirándola y luego volvió su atención a las hierbas.
—Gracias, Tío Song —dijo ella aun cuando la persona a quien agradecía no le prestaba atención—. Le gustaban este tipo de personas. Simplemente hacían lo que querían y no molestaban a los demás.
—Oh mi discípula, has venido —el Abuelo Tang le dio una bienvenida extraña.
Ella no dio ninguna reacción hacía él. Solo una mirada extraña. El Abuelo Tang, al captar su mirada, rodó los ojos.
—Hmph... Ni siquiera juegas conmigo —el Abuelo Tang se sintió molesto—. Acababa de ver un drama sobre un maestro y su discípulo y quería recrear la escena en la que el discípulo acude a su maestro.
Yu Qi suspiró. A veces pensaba que el Abuelo Tang actuaba como un niño. Eso era lo que ella pensaba del Abuelo Tang.
—Abuelo, me prometiste que hoy nos reuniríamos con el corredor de tierras —No me digas que se te olvidó —le recordó Yu Qi.
—Está bien, está bien —Vamos ahora —el Abuelo Tang se rindió al ver la mirada seria de su discípula.
—Doctor Tang, un placer verlo de nuevo —el Señor Chu estrechó la mano del Abuelo Tang.
—Sí, sí —Esta es mi discípula, Yu Qi —Ella es la que quiere verte —el Abuelo Tang presentó a Yu Qi al Señor Chu.
—Qué chica más encantadora —Encantado de conocerte —también le estrechó la mano.
Yu Qi sonreía educadamente.
—Entonces, ¿qué tipo de negocio quieres tratar conmigo? —preguntó el Señor Chu, al grano.
—Quiero comprar tierras —Básicamente 3 parcelas —respondió ella con confianza.
El Señor Chu ya se sentía interesado por su actitud. Ella explicó qué parcelas de tierra quería comprar. También negoció con habilidad el precio de las tierras. Aquellos dos adultos se sorprendieron por completo de ella.
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