Yu Qi se despertó sintiéndose renovada. Aoi también se despertó junto a su dueño. Estaba esperando a su dueño en la puerta para salir a su ejercicio matutino. Salieron de la habitación. Como de costumbre, la residencia femenina estaba silenciosa a primera hora de la mañana. Solo unas pocas chicas ya estaban despiertas.
Yu Qi comenzó a estirarse y a trotar. Vio a algunos estudiantes que también hacían el trote matutino. Después de una hora de trote, volvió a la residencia. En su camino de regreso, vio a alguien a quien no quería ver.
—Hola, señorita Tang —Bai Shu Jin la saludó.
Sí, era Bai Shu Jin. La última vez que lo vio fue el día que revisó los clubes. Le dirigió una mirada indiferente a Bai Shu Jin. Luego, se giró para alejarse de él.
—Espera —Bai Shu Jin le agarró la mano.
Entonces escuchó un gruñido como el de un perro enfadado. Miró a su alrededor y vio a un cachorro siberiano gruñéndole. Se veía muy enojado.