—Antes de empezar a hablar sobre qué carajo pasó, ¿por qué no buscamos un lugar privado primero? —dijo Madison con una sonrisa forzada al ver el estado actual de Shiro.
—Mm, estoy de acuerdo. Tal vez alguien tenga que empujar mi silla, sin embargo. No puedo mover ni un solo músculo aparte de mi cabeza —respondió Shiro mientras Lyrica caminaba detrás de ella y empujaba su silla.
Mientras se dirigían hacia una posada, Shiro sentía curiosidad sobre su reino de maná ya que estaba bastante tranquilo. Normalmente, Nimue estaría enloquecida en este momento dándole lecciones.
Asomándose lentamente en su reino de maná, vio a Nimue tumbada en el suelo de hierba con una expresión que parecía mostrar que había perdido su propósito en la vida.
—¿Estás bien? —preguntó Shiro con vacilación.
—Oh… Me siento genial, ¿por qué lo preguntas? —echó un vistazo hacia ella Nimue sin mover su cuerpo.
—Bueno, pareces más bien… Hmm ni siquiera sé cómo explicarlo —Shiro forzó una sonrisa.
