La primera orbe era fría al tacto. Se cristalizaba al momento que ella se acercaba y entendió que representaba el hielo.
—¿Están las divinidades siendo elegidas de los elementos que controlo? Pero hay personas con divinidades que no tienen nada que ver con elementos también —frunció el ceño Shiro.
Pensando en esto, no pudo evitar preguntarse si su hábito de apuntar a la debilidad podría convertirse también en una divinidad.
—Hmm… No creo que haya perforado suficientes traseros para que se convierta en una divinidad —murmuró.
Sacudiendo la cabeza, se acercó a la segunda orbe.
Chisporroteando con relámpagos rojos, la orbe azotaba todo a su alrededor pero parecía calmarse una vez que ella estaba cerca.
—Así que esto es el relámpago —Shiro sonrió mientras miraba las demás orbes.
Había un total de 12 excluyendo las dos a las que acababa de acercarse.
Entendiendo que representaban cada uno de sus elementos excepto el 12º, se acercó a este con curiosidad.