—¿Qué tipo de divinidad te permite invadir el mundo entero con tu fantasma para recoger sus fragmentos? —preguntó Syrune con una pequeña sonrisa.
—Una de la que no necesitas saber. Si yo fuera la asesina despiadada, no te preguntaría por qué hiciste esto. Sin embargo, te daré la oportunidad de explicarte para que cuando te mate pueda darles a tus hermanas una explicación —estrechó Shiro sus ojos.
—¿Realmente me estás dando esta oportunidad? ¿A pesar de que quiero destruir este mundo? —preguntó Syrune mientras acariciaba con su mano el estanque corrompido.
Levantando su mano y mirando el líquido púrpura, lo sacudió.
—¿No quieres que lo haga? Puedo matarte tal como estás, ¿sabes? —Shiro sonrió mientras invocaba su espada.
—Bueno, si tengo la posibilidad de vivir, entonces ¿por qué no intentaría explicarme? Sabes que siempre hay dioses observando, ¿verdad?
—Sí, lo sé —asintió Shiro con la cabeza.