Mirando su mapa para asegurarse de que estaba en el lugar correcto, la sonrisa de Shiro no pudo evitar contraerse levemente al ver la estatua que podía verse en el centro del pueblo.
A pesar de la distancia, la estatua aún se veía enorme desde su perspectiva.
—¿Por qué diablos este pueblo tiene una estatua masiva de este imbécil? —murmuró Shiro al ver que la estatua representaba al líder de los dioses, Zeus.
Suspirando suavemente, estaba agradecida de que esto fuera solo una parada temporal ya que solo estaba aquí para recoger otros dos mapas. Si tuviera que quedarse aquí más tiempo y ver la estatua de Zeus todos los días, querría derribarla ella misma.
Al llegar al pueblo, Shiro decidió buscar una posada primero ya que no sabía cuándo llegaría el mensajero.
Como ellos rastrearían su ficha, no tenía de qué preocuparse.
