Tras viajar durante todo el día, Shiro, Dimos y el conductor de la carreta empezaron a instalarse para acampar. Se encontraban junto a la carretera con algunos bosques a su lado. Desafortunadamente, no parecía haber monstruos ni animales que pudiera cazar, pero Dimos había anticipado tal eventualidad y había traído algunas raciones e ingredientes que podrían usar para preparar una pequeña comida.
Después de comer, Shiro miró al cielo y vio que la luna ya había salido.
—Voy a vigilar durante la noche por si algo decide atacarnos —dijo Shiro mientras Dimos asentía con la cabeza.
—Claro. Después de unas horas, despiértame y tomaré el siguiente turno de vigilancia —dijo Dimos mientras preparaba algunos sacos de dormir.
Buscando un árbol decente en el cual sentarse, Shiro se acomodó en la rama más robusta y se mantuvo atenta a su alrededor.
Alrededor de 2 horas en su turno de vigilancia, algo extraño comenzó a suceder.