—¿Qué tal? Me llamo Shiro —Shiro saludó con tranquilidad mientras Hermes no podía evitar forzar una sonrisa ante su actitud con una Diosa.
—Jaja, conozco tu nombre. También sé que usas un arco que ha sido bendecido por una de mis amigas. Se llama Asteria, deberías recordarla —Artemisa rió entre dientes.
Era una mujer hermosa con cabello plateado matizado de azul pálido y sus ojos claros y cristalinos se clavaban con interés en los de Shiro.
—Ah cierto, Asteria es la diosa Titán de las Estrellas, ¿verdad?
—Bueno, ella es la Diosa de los Oráculos, los Sueños Proféticos y así, pero sí, las Estrellas son parte de su divinidad —Artemisa se rió.
—Entonces dijiste que otros dioses también están creando avatares para conocerme, ¿verdad? ¿Por qué les intereso tanto? —Shiro preguntó asegurándose de seguir subiendo la escalera. Después de todo, había una posibilidad de que todo esto fuera simplemente una prueba para impedirle llegar a la cima.