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Antes de que pudiera llegar a Zeus, aún había algunos dioses que estaban de pie en las escaleras, esperando su acercamiento. Uno de ellos sostenía un tridente dorado y Shiro adivinó que era Poseidón.
Se erguía imponente a sus 7 pies de altura con cabello ligeramente negro que empezaba a mostrar algunas canas. Vestía solo un paño de cintura y algo de armadura ligera, dejando su pecho y abdomen al descubierto.
Sus músculos estaban bien definidos pero Shiro no mostraba interés en ellos ya que había visto su buena cantidad de físicos atractivos. Si le gustaran los músculos, le habría encantado el imbécil llamado Aekari.
—Así que tú eres la que Afrodita no paraba de mencionar. Puedo ver por qué quería hacerte su elegida, tu belleza es bastante evidente —Poseidón entrecerró sus ojos mientras la examinaba de arriba abajo.
Detectando claros signos de lujuria en su mirada, Shiro sintió escalofríos en su cuerpo y quiso apuñalar al hombre de inmediato.