Pasando otro día en la ciudad, Shiro usó el tiempo para enseñar a Helion y Chen Yu sobre el control del mana.
Con las enseñanzas de Shiro, siempre volvían luciendo como si alguien les hubiera succionado el alma.
Cuando alguien los llamaba, se sorprendían y se ponían firmes, lo que hacía que algunos se preguntaran qué había pasado, mientras que el resto del grupo entendía su dolor.
El entrenamiento de Shiro tendía a tener ese tipo de efecto en las personas.
De un día, se convirtieron en dos días. De dos se convirtieron en tres.
Con la explicación de que era más fácil entrenar a Helion y Chen Yu, Shiro retrasaba su regreso a Japón día tras día.
Al ver esto, el grupo finalmente decidió sentarse y hablar con ella.
—Shiro, ¿estás nerviosa por encontrarte con tus padres? —preguntó Lírica seriamente mientras el grupo cenaba.
*TOS TOS TOS!*
—Jajaja, ¿qué quieres decir? —Shiro forzó una sonrisa y desvió la mirada hacia la izquierda.
