Caminando por la secta con Attie en sus brazos, su apariencia causó un pequeño alboroto ya que sabían que fue Nan Tian quien la trajo de vuelta a la secta.
Al pasar por el campo de entrenamiento, pudo ver a Li Jian sentado en un tapete con las piernas cruzadas. En ese momento, vestía una ropa holgada que no le daba el aire que la mayoría asociaría con los maestros de la secta.
—Hola joven señorita. Parece que te has recuperado lo suficiente como para andar caminando ahora, ¿eh? —Li Jian la saludó con una sonrisa.
—Mn, gracias por tu ayuda. Honestamente, si no fuera por Nan Tian pidiendo curanderos para mí un par de veces, estaría muerta de verdad —Shiro sonrió mientras caminaba hacia él.
—Hou… No me extraña que lo vi llamar a nuestros curanderos antes. Sin embargo, debo decir que hay un límite en lo que la curación puede hacer por ti. Si agotas tu energía vital, entonces ni siquiera el mejor sanador puede salvarte —Li Jian se rió antes de llevarse una taza de té a los labios.
