Al leer su pregunta, Gilberto hizo una pausa y frunció el ceño.
—¿Sabes quién es? —preguntó.
[Por supuesto que lo sé. La cuestión es, ¿quiero decírtelo? Tu actitud me está molestando, hmph.]
*Puchi!
Sintiendo como si acabara de reventar una vena al leer esa nota, podía imaginarse a una persona haciendo pucheros mientras la escribía.
Tomando una respiración profunda, inclinó un poco su cabeza hacia atrás.
—Espero que puedas iluminar a este sobre quién es el culpable —dijo un poco forzadamente.
[¿Dónde está la sinceridad? No me convences.]
Apretando los dientes, Gilberto cerró su puño.
—Te imploro que me digas quién es el culpable —sabía que el joven maestro había estado buscando al culpable todo este tiempo. Esto no es nada comparado con la bondad que Kier le había demostrado.