Hunter se sorprendió al escuchar las palabras de Adrienne. No podía creer que esa maligna enfermera hubiera intentado enviarla al Elíseo. Si Adrienne no conocía la verdadera naturaleza de ese lugar, podría haber sido arruinada. No estaba tratando de justificar su acción, sino simplemente permitiendo que sus enemigos saborearan su propia medicina.
—¿Quién se atrevería a enviarte a ese lugar? —siseó.
Hunter no podía entender cómo Adrienne podía mantener la calma después de saber esto. Ninguna mujer debería ser sometida a tal plan. Adrienne todavía era joven y no sobreviviría en un lugar como el Elíseo.
—¿Me creerías si te digo que es mi queridísima hermana, Elise Jiang? —Adrienne mantuvo la mano de su madre en las suyas—. La tarjeta que me entregaron estaba liberada a nombre de mi padre. Pensar que conspiraría con mis buenos hermanos para enviarme a ese lugar fue realmente sorprendente.