Adrienne se sintió enferma. No se había sentido mal en mucho tiempo, lo que la tomó completamente por sorpresa. La súbita aparición de náuseas y debilidad la hizo preocuparse por lo que podría estar causándolo. Se despertó de su sueño antes que su esposo. El cielo aún estaba oscuro, y el silencio temprano de la mañana amplificaba su inquietud. Adrienne no podía sacudirse la sensación de que algo no estaba bien.
Al sentarse en la cama, sintió la necesidad de aliviarse y usar el baño. Adrienne no quería despertar a Lennox y hacer que se preocupase por nada. Silenciosamente se deslizó fuera de la cama y caminó de puntillas hacia el baño, esperando que una visita al baño aliviaría su malestar.
Sin embargo, al entrar al pasillo débilmente iluminado, una ola de mareo la invadió, haciéndola tambalearse ligeramente. Preocupada ahora más que nunca, Adrienne no podía evitar preguntarse si esto era solo una enfermedad pasajera o algo más serio.