Lennox había esperado que no regresaría a casa pronto, considerando que era el principal sospechoso en la muerte de Alistair. Aunque se sintió aliviado de saber que su esposa eligió defenderlo, odiaba que ella tuviera que involucrarse en su caso.
Conforme pasaban los días, se encontraron atrapados en un torbellino de frenesí mediático y batallas legales. Abigail contrató a los mejores abogados para su hijo, asegurándose de que tuviera una fuerte defensa. Estaba determinada a probar su inocencia y traer al verdadero culpable ante la justicia. A pesar de la creciente presión, Lennox y Adrienne mantenían la esperanza de que sus vidas eventualmente volverían a la normalidad.