Adrienne luchó contra el impulso de arremeter contra él, sabiendo que solo le daría la satisfacción que deseaba. Tenía que mantenerse compuesta y encontrar una manera de proteger a Lennox sin sucumbir a las manipulaciones de Alistair.
—¿Qué quieres de mí? —preguntó ella, cuya voz se mantuvo firme pero impregnada de una determinación subyacente.
Alistair dio un paso más cerca, su mirada penetrando a través de sus defensas.
—Quiero que dejes a Lennox —dijo con calma—. Vuelve conmigo, Adrienne. Sabes que estábamos destinados a estar juntos.
En ese momento, todos sus recuerdos inundaron la mente de Adrienne. Los años que había pasado atrapada en un matrimonio con Alistair —la manipulación y el control que habían ahogado su espíritu. Ella había luchado con uñas y dientes para escapar de sus garras y encontrar la felicidad con Lennox.
La sonrisa de Alistair se amplió, la oscuridad en sus ojos intensificándose al verla consternada.