El embarazo de Ayla progresaba, pero con algunas complicaciones que hacían que Stella se preocupara. El médico de Ayla le había informado sobre los posibles riesgos asociados a su embarazo, lo que causó que Stella se volviera cada vez más preocupada. A medida que pasaban las semanas, Ayla experimentaba frecuentes episodios de náuseas y fatiga, lo que llevaba a Stella a monitorear su bienestar y buscar consejo médico siempre que fuera necesario.
Cuando Ayla sufrió otra hemorragia, la ansiedad de Stella alcanzó su pico. Inmediatamente llevó a Ayla al hospital, temiendo por la seguridad tanto de ella como del bebé. Los doctores realizaron un examen exhaustivo para determinar la causa del sangrado y tomaron las medidas necesarias para asegurar la salud de Ayla y el bienestar de su hijo por nacer.