—¿Todavía estás preocupada? —preguntó él mientras Adrienne se sentaba a su lado en la cama.
—¿No te parece decepcionante? Sé que he sido tonta antes —preguntó Adrienne a cambio.
—Mi dulce Addie, nadie en este mundo ha experimentado la tontería en su vida. Aunque estoy lejos de ser perfecto, trato de ser mejor para todos. Fue una pena que no nos conociéramos en tu vida pasada.
—Pero yo... —Adrienne quería decir que estaba decepcionada de sí misma, pero Lennox le puso un dedo en los labios, sabiendo lo que tenía en mente.
—No seas tan dura contigo misma, Addie. Sé que has hecho lo que creías que era lo mejor para prolongar la vida de tu madre. No tienes que culparte por su muerte y la de Myrtle. Conociéndolas, estoy seguro de que nunca te echarían la culpa ni querrían verte en agonía por ellas —dijo Lennox, consolándola.