Shen Tu no podía dejar de temblar, pero cuando pensó que Mo Qiang la golpearía aún más si no dejaba de temblar, se obligó a detener sus temblores aunque, incluso así, sus pupilas se agitaban mientras levantaba la cabeza y miraba a Mo Qiang, como un niño que era sorprendido haciendo algo incorrecto y estaba esperando su castigo.
—Buena chica —Mo Qiang se agachó y acarició la cabeza de Shen Tu con una sonrisa en su rostro, pero entonces la sonrisa se torció mientras Mo Qiang enredaba sus dedos en el cabello de Shen Tu y le jalaba la cabeza hacia atrás—. Ahora escucha bien, bicho volador. Realmente no me importa que tu cerebro diminuto encuentre difícil sumar dos más dos para hacer cuatro. Pero espero que tengas claro en tu cabeza que la próxima vez que pienses que puedes irte sin rasguños después de insultarme a mí o a mi familia... Te enterraré. Viva.