—Nosotros, la tribu Pluma y Polvo, sentimos una profunda gratitud hacia usted, Señorita Qiang. Aunque usted es humana y no tan hermosa como nuestros ángeles, admitimos que también tiene sus méritos, caw —dijo la Señora Feng mientras miraba hacia abajo a Mo Qiang desde su trono en el que estaba sentada.
Era el mismo salón del trono donde Mo Qiang presentó por primera vez la sugerencia del contrato, por lo tanto la Señora Feng pensó que lo correcto era honrar a Mo Qiang en la habitación donde ella hizo la primera oferta.
Mo Qiang sintió una mueca en sus labios cuando escuchó las palabras de la Señora Feng, pero aún así bajó la cabeza y luego llevó una mano a su pecho, donde yacía su corazón, y dijo cortésmente:
—Es usted demasiado amable, Señora Feng. Lo que hice no fue nada grandioso, prometí y cumplí lo que dije en los términos del contrato. Dado que le prometí a usted y a su tribu que les daría una manera respetuosa de ganarse la vida, solo era correcto mantener mi palabra.
