—Jeje —se rió Elliana.
El Príncipe Angelo se quedó congelado en su lugar por unos segundos.
—¿Te ha divertido lo que he hecho, mi querida? —El Príncipe Angelo intentó tomar ventaja en la situación, y Elliana se rió de nuevo, esta vez un poco más fuerte que antes.
Ella salió de la cabaña para no tener que hablar frente a sus padres.
Natanael la siguió de cerca, manteniendo suficiente distancia de ella como para no provocarla.
—Por supuesto que no, Príncipe Angelo. Solo estoy asombrada de que tengas una bruja a tu lado, pero él o ella no te advirtió sobre mí —dijo Elliana, y el Príncipe Angelo se volvió hacia la bruja para mirarla, quien negó con la cabeza indicándole que no sabía de qué hablaba Elliana.
El Príncipe Angelo asintió a la bruja. Quería decir que le creía, pero por alguna razón, la manera en que Elliana hablaba no le sentaba bien.