—¿Es así? Te protegeré y aseguraré de que nada te suceda, pero tienes que llevarme allí y ayudarme también —dijo Elliana al lobo, quien la miraba a ella y a Natanael con una mirada incierta.
Elliana podía ver la vacilación en sus ojos. Sus puños se cerraron a su lado. No tenía tiempo para todo este drama. Necesitaba ir y salvar a su esposo lo antes posible.
—Tienes mi palabra. No me retractaré de mis palabras. Mientras no hayas traicionado a los nuestros, te salvaré de todos los obstáculos y personas —prometió Elliana, y el lobo pareció un poco aliviado después de escuchar sus palabras.
—En ese caso, sígueme —dijo el hombre.
Elliana miró a Natanael que comenzaba a seguirlos.
Ella agarró su mano.
—Tú ve y busca el área desde los cielos. Cuanto antes los encontremos, mejor —dijo Elliana.
Natanael entendió de inmediato su señal. Asintió y se desvaneció en el aire, haciendo que el lobo retrocediera, un poco desconcertado.