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—¡Princesa! ¡Princesa! ¡Maldición! —Sebastián intentó correr hacia el escudo, pero las brujas blancas que estaban detrás de él, inmediatamente agarraron su mano ya que sabían que no podían usar su magia contra él.
—¡He dicho que me suelten! —Sebastián empujó a Pluto, haciendo que las otras brujas blancas cayeran al suelo.
—No voy a quedarme aquí parado y ver a mi esposa herirse como ustedes cobardes —Sebastián corrió hacia la batalla, su bestia nublando sus pensamientos.
Fue directo al lugar donde estaban las gotas de sangre, el corazón le palpita en el pecho mientras el calor subía a su cerebro, dificultándole creer en algo.
Con su forma temblorosa, Sebastián extendió sus dedos para tocar la sangre en el suelo, miles de pensamientos atravesando su cabeza.
Levantó la vista hacia el cielo donde no había señal de su esposa ni de ese dragón.
«¿No es precisamente así como este dragón también le quitó la vida a Grayson?»