Elliana miró por la ventana antes de levantar la mano y mirarla con un suspiro.
Así que su noveno candado también estaba deshecho. Cerró los ojos y observó sus poderes que parecían más refinados que nunca.
—¿Cómo te sientes? —preguntó Elliana y ellos sonrieron.
—Simplemente genial. Es extático. No podemos esperar a usar nuestros poderes y ver qué podemos hacer ahora y hasta dónde podemos empujar nuestros límites —respondió Circe sinceramente.
Elliana tarareó.
—En ese caso, ¿estamos listos para lo que Arizona sugirió? ¿Lo de traer de vuelta a nuestro padre? ¿O moriré? —preguntó Elliana, sintiéndose triste por alguna razón desconocida de que no había recibido su dosis de píldora de la felicidad y ni siquiera sabía dónde estaba.
—No moriremos, Elliana. Incluso si tenemos que sacrificarnos para protegerte y mantenerte viva, lo haremos. Te enviaremos a una dimensión diferente antes de que algo pueda siquiera acercarse a dañarte —dijo Circe y Elliana sonrió.