Arizona sonrió tristemente ante el comentario de Elliana. Siguió mirando a la chica frente a ella, apretando su mano que quería tocar a la niña de la que había cuidado durante 18 largos años pero nunca tuvo la oportunidad de mostrarse ante ella.
—Sé que te lastimé —susurró Arizona suavemente.
Elliana retrocedió subconscientemente, una burla saliendo de su boca.
—Lastimar es una palabra pequeña para lo que hiciste, Reina Arizona. No estaba en tu mano, o no habrías pensado dos veces antes de matarme. No sé qué tendréis las hermanas con querer matarme. Es casi como si mi vida no importara en absoluto, nada de lo que siento importa —las palabras de Elliana eran apenas un susurro mientras recordaba cómo también su madre la había encontrado.
Levantó la mirada y miró directamente a los ojos de la reina bruja.