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—Pero antes de contarles esa impactante noticia, quería sorprenderlos un poco con algo más. Hablando del regalo restante —Elliana hizo una pausa dramática antes de sonreír.
—Fue insípido —dijo ella, mirando directamente a los ojos de su esposo, su esposo que no apartaba la mirada de su rostro mientras la miraba con la misma esperanza que estaba ablandando su corazón.
Y si hubiera estado así antes, probablemente ya se hubiera ablandado, pero ya no. No quería ablandarse con él, no después de que la hizo llorar tanto.
Elliana se giró y acercó el micrófono a su boca.
—Fue bastante insípido para una ceremonia de coronación, ¿no? Quiero decir, ¿dónde está el ruido, dónde está la belleza de los fuegos artificiales? —Elliana sonrió con picardía.
Ella se giró para enfrentarse a Sebastián, avanzando hasta que su rostro estuvo a casi una pulgada del de él mientras él seguía inmóvil en su lugar, mirándola y sin hacer nada.