—Señorita Brooklyn, ya me disculpé por mi error. Si quieres responsabilizarme por eso, puedes venir a mi habitación. Mamá Freya preparó los mejores vestidos para mí. Puedes cambiarte a uno de ellos. Si aún te sientes agraviada, también puedes arrojar el champán a mi vestido, pero estoy segura de que una dama elegante como tú no sería tan estúpida como para echar vino a la esposa de Sebastián Marino —Elliana avanzó con confianza.
Su mirada era oscura y Brooklyn la miró a los ojos antes de tragar saliva. Su corazón se saltó un latido.
—¿No se estaría sintiendo intimidada por una simple humana ahora, verdad? ¿Qué pensarían de ella los demás? —Brooklyn apretó los dientes para controlar sus emociones.
—¿La esposa de Sebastián Marino? ¿Es esa tu única identidad? ¿Sabes quién soy? ¿Qué reconocimiento tienes tú... —Brooklyn comenzó antes de detenerse al mirar detrás de Elliana.