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—¿Cuántas veces tengo que explicarte lo mismo, Madeline? —preguntó Elliana, lamiendo su labio inferior como un monstruo, lista para atacar y devorarla viva.
—Honestamente, sé que ni siquiera estás interesada en el hombre en sí, sino en los poderes que tiene en el reino de los vampiros. Y ahora con la ceremonia acercándose, querrás encontrar cualquier oportunidad para acercarte a él —susurró Elliana antes de sonreír con suficiencia.
Su corazón latía fuerte, sintiendo un extraño miedo corriendo por sus venas que nunca había sentido antes. ¿Era algo que ni siquiera había sentido cuando se enfrentó a esos vampiros reales? Entonces, ¿qué era este sentimiento que obstruía su corazón e impedía que pudiera respirar?
Madeline podía ver que la chica que estaba frente a ella no se parecía en nada a la chica que había conocido toda su vida, y maldijo el momento en que pensó que sería capaz de venir y apaciguar a Elliana para que hiciera su trabajo sucio.