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Dentro de la habitación, después de darse un baño, Elliana echó el cerrojo a la puerta antes de sentarse en el suelo en medio de la alfombra con el libro antiguo que había escondido frente a ella.
Tomó una respiración profunda y abrió la página sobre la cual había leído recientemente, pero que tenía demasiado miedo para ejecutar.
—¿Crees que puedo hacerlo? —Elliana le preguntó a Circe, quien parecía inquieto también.
—Es oscuro —le advirtieron.
—¿Asegurará que mi corazón deje de sentir cosas si lo practico? —Elliana preguntó, y Circe miró a su contraparte humana con lástima.
—No se supone que sintamos lástima. No está en nuestro sistema —Circe dijo colectivamente.
Elliana sonrió.
—Se te permite mostrarme lástima cuando eso es exactamente lo que todo el universo me ha estado mostrando. He oído que brillas más en la oscuridad. Permíteme usar la oscuridad de mi existencia —Elliana cerró los ojos.