—¿Estarás bien por tu cuenta ahora? No irás por ahí abriendo portales del infierno otra vez, ¿verdad? —el decano reflexionó tan pronto como la dejó en la terraza, y la chica miró hacia abajo asintiendo levemente.
—No lo haré —susurró ella.
Estaba asustada y enojada consigo misma por hacer algo así que no tenía salida y porque sus poderes la abandonaran cuando estaba allí.
El decano, que estaba a punto de irse, sintió su agitación y suspiró, compadeciéndose de ella.
—Pequeña, no te presiones tanto. Ya estás haciendo un gran trabajo para tu edad y manejas las cosas mejor que muchas brujas de alto poder y nivel que conozco. Si sigues pensando en cosas negativas, están destinadas a suceder —el decano se acercó a ella antes de tomar su mano y masajear la zona entre su pulgar e índice para mantenerla tranquila.
Sonrió cuando Elliana lo miró.