—Mmhhmm, Sr. Marino —susurró Elliana cuando sintió que alguien le acariciaba el pelo.
Una sonrisa apareció en sus labios subconscientemente antes de que abriera los ojos.
Pestañeó suavemente para acostumbrarse a la luz antes de mirar a su izquierda donde estaba la persona que le tocaba el pelo.
No era su Sr. Marino. Su corazón palpito y la decepción se apoderó de ella.
—¿Quién eres? —preguntó, sintiéndose consciente al notar los alrededores desconocidos.
—Soy un doctor —dijo el hombre frente a ella.
Elliana frunció el ceño antes de recordar lo que había ocurrido. Miró a su alrededor, más cautelosa.
El miedo inmediatamente nubló sus ojos cuando recordó al Señor Ahriman poniendo esa hoja caliente en su cuello y preguntándole quién era. Parecía que la sospechaba de algo o probablemente de alguien.
Inmediatamente se alejó de la mano del doctor, sentándose abruptamente mientras sostenía la cobija cerca de su pecho.