—Señor, hemos recopilado información de la empresa de telecomunicaciones y enviamos a nuestros hombres a la última ubicación del teléfono —comenzó Lucas en cuanto Sebastián regresó al balcón de su oficina.
Estaba confundido sobre por qué el príncipe haría algo así, pero no dijo nada de hecho.
La última vez que saltó desde aquí fue cuando la princesa acababa de llegar y pensaron que se estaba suicidando cuando ella quería sentarse en esa barandilla de concreto.
—Hmm... —Sebastián murmuró vagamente antes de caminar hacia su mesa y sacar un archivo de su cajón.
—Sin embargo, cuando llegaron allí —Lucas empezó, pero las palabras de Sebastián lo interrumpieron a mitad de frase.
—No había nadie. Era casi como si nadie hubiera vivido allí nunca —Sebastián completó su frase, haciendo que el subordinado se quedase congelado en su lugar.
—Sí, señor, pero ¿cómo supo usted...? —Sebastián soltó una burla.