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—Esta es la historia de hace unos 30 años —comenzó Cleopatra, y Artemis elevó sus cejas.
—¿Hace treinta años? ¿Pero que sepamos no transfirió la reina sus poderes hace unos dieciocho años? ¿O me estoy perdiendo de algo? —preguntó Artemis, y Cleopatra lo miró, el sonido de su voz silenciosa ahora concentrado en su espacio mental, e inmediatamente él se estremeció.
—Ooooffffff, para, para, para. Lo siento. No interrumpiré de nuevo, lo prometo —dijo Artemis, y Cleopatra lo fulminó con la mirada antes de quitar el efecto de su timbre.
—¿Por qué siempre eres tan impaciente? ¿No quieres escucharla? —preguntó Marianna, y Artemis la miró incómodamente antes de mirar hacia sus pies.
Hera sonrió a su futuro esposo y suspiró antes de despeinar su cabello y poner su dedo en sus labios, mandándolo a callar —él sonrió antes de asentir y luego se recostó y colocó su cabeza en su regazo, haciendo que ella inhalara con sorpresa ante su comportamiento atroz.