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—¡No puedo creer en ustedes, chicos! —Cleopatra gritó, y Hera se estremeció en su lugar, haciendo que Artemisa inmediatamente le tomara de la mano.
Actualmente, las tres, Hera, Artemisa y Marianna, estaban frente a Cleopatra, su líder del clan coral.
Alguien les había delatado que habían estado merodeando por los terrenos del reino vampiro. Artemisa le había insinuado a Cleopatra que irían a las costas de la nación para recopilar información sobre la misión, y ella había accedido de mala gana, pero ¿esto? Claramente sobrepasaron sus límites.
—Danos una oportunidad de explicar —comenzó Hera.
—¡Cierra esa maldita boca! —Cleopatra elevó su voz, haciendo que los oídos de Hera resonaran con un doloroso zumbido, y cayó de rodillas, haciendo que Artemisa inmediatamente la abrazara.
—¡Cleopatra! ¡La estás lastimando! —gritó Artemisa, y la otra solo sonrió fríamente.