—¿Dónde está su princesa, señorita Zoya? —preguntó Sebastián en cuanto entró en el comedor para preguntar al chef si quisiera encargarse de la comida en colaboración con el chef real en el baile anual que ahora estaba a solo unos días de distancia, y la señorita Zoya, que estaba colocando algunas frutas en un plato, levantó la mirada.
—Está en la biblioteca, señor —respondió la señorita Zoya.
—¿La biblioteca? ¿No había ido hace dos horas? —Sebastián pensó en voz alta antes de mirar el plato en las manos de la señorita Zoya.
—Debe estar llevándoselos a la princesa —dijo, y cuando la señorita Zoya asintió, él tomó el plato de sus manos.
—Yo se los llevaré —dijo Sebastián antes de comenzar a caminar hacia la biblioteca, haciendo una pausa cuando de repente escuchó su teléfono vibrar.
—¿Hola? —dijo, continuando su camino hacia la biblioteca.
—Está confirmado, señor. Las sirenas se fueron —dijo Harry.