Sebastián agarró el abrigo de Vincenzo y estaba a punto de sacarlo de la cantina cuando Vincenzo sostuvo el asiento de Elliana.
—¿Qué estás haciendo? Suéltame —dijo Sebastián, y Vincenzo sonrió con suficiencia.
—No sin ella —Vincenzo sonrió ampliamente, haciendo que Sebastián tomara una respiración profunda.
—¿Qué estás haciendo, Elliana? Aquí, dame tu número. Hablemos más tarde —Vincenzo le guiñó el ojo a Elliana, y ella frunció la nariz mientras lo miraba, haciendo que Sebastián suspirara y negara con la cabeza.
—¿Qué buscas aquí? Continúa con tu comida. ¿O quieres que te la quite? Chica estúpida —dijo Sebastián antes de agarrar el teléfono de Vincenzo y empujárselo en el pecho.
—¿Disfrutas molestando? —Sebastián pasó su mano por su cabello.