Natanael salió del palacio Himalayo.
No necesitaba escuchar más de lo que se suponía era la verdad.
Fue al bosque donde había conocido a Elliana por primera vez, su corazón dolía al contemplar el lugar, pero una pequeña sonrisa triste estaba grabada en su rostro.
Se sentó cerca del lago, moviendo sus dedos en el agua, justo como ella solía hacer cuando le sonreía tan libremente.
Algo cambió en su corazón. Algo abandonó su corazón, algo de lo que no estaba preparado para deshacerse.
La chica que pensó que se casaría y pasaría la eternidad con él resultó ser su media hermana.
Ahora, por más que intentara decirse a sí mismo que probablemente esa era la razón por la que nunca pensó en ella de forma pervertida o intentó besarla, porque era su hermana, la parte de su corazón que hoy estaba terriblemente herida, no sanaría pronto.
Se rió de su destino.