Sebastián miró sus ojos rebeldes y sonrió.
Esto era mucho mejor que esos ojos llorosos que le mostraba cuando estaba herida. Le gustaba ella así. Honesta con sus sentimientos y lista para pelear incluso cuando sabe que no tiene oportunidad.
Y más que eso, le gustaba que su cuerpo se sometiera a él.
—¿Qué planeas hacer? —preguntó Elliana cuando Sebastián no se movió, y él sonrió.
—¿Tienes tantas ganas de sentir mis labios en tu cuerpo, Princesa? ¿O quieres algo diferente esta vez? —Sebastián reflexionó antes de colocar una manta en sus piernas para ocultarlas y bajó su Capri suavemente.
—No sé qué entendiste de nuestra última conversación y qué parte de 'eres mía' no entendiste en este último mes, Princesa. Espero que entiendas que un diablo está muy obsesionado con sus posesiones. ¿Qué te hizo pensar que estaría bien con que otro hombre te tocara? —preguntó Sebastián, tocando su labio inferior.
Se metió en la manta con ella mientras bajaba la temperatura del AC.