Ella no regresó a la Posada.
Continuó caminando hacia el bosque con una triste sonrisa en su rostro, haciendo todo lo posible por no dejar caer sus lágrimas mientras recordaba lo que su príncipe le gritaba a su subordinado.
Después de alejarse un poco, se sentó en una gran roca, juntando las rodillas al pecho.
Al final, no importa lo bien que se comporte con los demás, realmente nadie la quiere.
No importa lo dócil que sea y cuántas cosas soporte, nadie quiere lidiar con ella.
Elliana sonrió, meciéndose de adelante hacia atrás para calmar el dolor furioso en su corazón.
No sabía que dolería tanto. Siempre supo que era la verdad. Todo lo que el príncipe dijo, ella ya lo había pensado al menos diez veces.
Y por eso, no sabía que dolería tanto. Era como una gran ola de tristeza que intentaba ahogarla en un abismo sin fin.
Fue más duro que recibir una paliza de su madrastra, o cuando Madeline la insultó frente a todos en la escuela.