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—¿Por qué vienes conmigo? Lo siento. Estoy teniendo problemas para entender las cosas. Claramente no podemos revelar mi identidad, y si vienes conmigo, entonces ¿no sabrá todo el mundo que hay algo entre tú y yo? —Elliana lo miró confundida, y Sebastián se acercó más a ella.
—¿No entendiste lo que quise decir cuando dije que tendrías que tratarme como a Tian? —Sebastián le acarició las mejillas.
—¿Como a un amigo?
—Como a un guardaespaldas —dijo Sebastián.
—¿G-guardaespaldas? ¿Cómo puedo tratarte como a un guardaespaldas? Tú eres mi esposo. Estamos casados —Elliana lo miró con los ojos muy abiertos.
—Como esposo, es mi deber protegerte, ¿verdad? Es mi deber cuidarte. Si dejamos de lado la parte del amor, ¿no es precisamente esto lo que hace un guardaespaldas? Deberías estar contenta de tener un guardaespaldas tan poderoso —Sebastián le rozó el labio inferior antes de mirarla a los ojos.