Elliana, que no estaba lejos de ellos y escuchó todo lo que el príncipe le decía a su familia, sintió rodar una lágrima por sus ojos.
Rápidamente secó la lágrima pícara y se apoyó en la pared con un suspiro. Nunca había pensado que el príncipe se preocuparía por ella de esta manera.
—¿Cómo puede un chico que está tan roto por dentro seguir intentando cuidarla?
—¿Quién dice que es un monstruo? Es solo un adulto destrozado al que nunca se le dio amor cuando más lo necesitaba. Alguien que nunca supo lo que se siente el amor familiar.
—¿Es por eso que él se identifica tanto con ella? —se preguntaba—. ¿Porque ambos anhelan el mismo amor familiar?
Elliana apretó su mano alrededor de su vestido mientras veía a la familia marcharse, y caminó hacia el comedor con una mirada pensativa.