—¿Nath? —susurró de nuevo incrédula Elliana.
El fuerte sonido de las cigarras zumbaron en sus oídos mientras esperaba pacientemente a que la persona dijera algo, algo que indicara que era real y no su imaginación.
Habían pasado aproximadamente ocho años desde la última vez que lo vio, pero no había forma de que olvidara esos misteriosos ojos de galaxia.
No era exactamente el color de una galaxia. Era más hermoso que eso.
El círculo exterior de su iris era de un color marrón oscuro. El círculo interior era azul oscuro con un centro avellana.
Era como si estuviera en trance. Ella miró al hombre, y cuando él no dijo nada ni hizo ningún movimiento, se levantó de su lugar y caminó en su dirección.
Se sentía nerviosa por dentro. La idea de encontrarse con su único amigo después de ocho largos años la hacía sentir nerviosa y ansiosa. Estaba más enojada que feliz.