Hermosa. Asombrosa. Sorprendente. Impresionante. ¿Merece gemir de placer? Si es que eso es un cumplido.
Así estaba luciendo Sebastián Marino en este momento, y Elliana no estaba preparada para manejar este tipo de atractivo justo cuando la noche anterior había sido desvergonzada e intentaba volver a su papel de inocente.
Esta era la primera vez que lo veía con un atuendo real apropiado, y era más que suficiente para que ella se quitara
Elliana tosió para poner una pausa en sus pensamientos mientras miraba a su hombre, cuya mirada estaba enfocada en todos como si estuviera observando a sus simples plebeyos.
Vestía su acostumbrada camisa negra y pantalones, pero el sobretodo real rojo que llevaba, que le llegaba a las rodillas, y su cabello que no estaba completamente peinado hacia atrás como todos los días lo hacían aún más seductor.
Algunos de sus cabellos estaban rizados en el frente mientras que el resto caía libremente, dándole un aspecto real.