Su cabeza se inclinó hacia arriba y sus ojos buscaron en los cielos. Algo en aquel grito la llamaba, tiraba de las cuerdas de su corazón y agitaba a los niños en su vientre.
Se estremeció y colocó una mano en su estómago. Ese grito no podía ser bueno si incluso hacía que los niños se sintieran incómodos.
—Eso no sonó bien —miró a Severo—. ¿Lo oíste?
Él también miraba alrededor con ojos aprensivos. ¿Quién o qué había sido capturado en el inframundo? Sonaba como si hubiera venido de la dirección del palacio de la antigua deidad —Sí.
Escarlata sintió un dolor agudo sobre su corazón y su mano se movió de su estómago a su corazón. Era como si la hubieran picado diez mil abejas al mismo tiempo.
—Oh dios, esto debe ser lo que se siente tener un ataque al corazón —gimió.
Una campana sonó en la mente de Severo, como una advertencia que requería quizás correr y buscar seguridad.
—Tu vínculo —susurró y luego dijo en voz alta con certeza—. Es tu vínculo.