—Cálmate, por favor cálmate —susurró Adler al aire, rezando para que de alguna manera sus palabras la alcanzaran.
No llegaron a Escarlata, pero sí alcanzaron a Beord y al otro en su cabeza.
—Es demasiado tarde para esa mujer, nuestra hermana no la dejará intocada. Justin es su punto más débil. Tocarlo es comenzar una guerra con ella y ella va a llevar esa guerra hasta el final. Francamente, si decide matar a esa mujer, no me horrorizaría —comentó Beord.
—No digas tonterías, ¿ves cuántos testigos hay aquí? —le preguntó Adler.
Los dos hermanos no bloquearon el sonido mientras hablaban. Su conversación viajó a los oídos de los que estaban en la misma habitación que ellos.
Primero, se sorprendieron de que el siempre compuesto Beord Su abogara por la muerte de alguien. Luego, las palabras de Adler Su sobre los testigos provocaron un escalofrío en algunos de ellos.
Ian en particular se inclinó hacia Cedric y le preguntó:
—¿No es el lema de la casa Su paz y felicidad?