Mientras tanto, en el reino del destino, la diosa Litia hizo una visita al reino del destino. Tenía mucho de qué hablar con la diosa del destino, y en lo alto de su lista estaba el trato que había hecho entre ella y Nyx. Pero el destino era una perra, hablar con ella no era más que frustrante. Todo lo que decía era críptico y sombrío, poco claro y nebuloso, dejando al que buscaba respuestas con más preguntas que respuestas.
También irritaba a Litia que el destino se dividiera, y hubiera tres de ella y que todas les gustara hablar fuera de turno y reír con estridencia.
Mirándolas, Litia ya podía sentir la necesidad de apuñalar a dos para poder hablar solo con una.
Suspiró con reluctancia y dijo —Necesitamos hablar.
—Otro visitante de tu reino. El inframundo debe estar realmente desesperado si me buscan tanto —dijo la primera. Era la del medio.
—Ni siquiera dijiste hola hermana —dijo la segunda.
—Es solo educado intercambiar saludos —dijo la tercera.