Pospuso el plan del cachorro para más tarde y salió de su ala. Llegaba mucho más tarde de lo previsto a la conferencia, más de diez minutos tarde. Tendría que empezar pidiendo disculpas.
Tan pronto como salió de su ala, alguien la agarró y la levantó en un abrazo de oso. El olor del abrazador era el de Adler, así que se relajó.
—Voy a matarte y lo mereces —le dijo él.
—Primero tendrás que soltarme —ella golpeó su puño contra su espalda.
Él la sostenía como si quisiera aplastarle los huesos.
—Suelta a mi hija para que también pueda abrazarla —dijo su padre.
Adler la giró de un lado a otro y ella notó que toda la familia estaba allí, incluidas las novias de su hermano. No tenía idea de qué hacían allí, ya que no habían hecho planes previos para encontrarse.
—¡Oh! ¿por qué están todos aquí? —estiró la cabeza por encima de los anchos hombros de Adler para preguntarles.